La pieza audiovisual es una reflexión del director cubano sobre las dificultades que encaró en su adolescencia y juventud en la isla en pleno periodo especial, etapa de severa crisis económica tras la desintegración de la Unión Soviética.
DIARIO LAS AMÉRICAS conversó con el realizador oriundo de Vertientes, Camagüey, sobre la motivación detrás de la creación de esta obra cinematográfica.
- ¿Por qué quisiste hacer este documental a partir del trabajo de Rick Ray?
El Periodo Especial en Cuba, durante los años 90, fue una de las tantas etapas de escasez extrema que hemos vivido los cubanos bajo el régimen de la familia Castro: faltaba la comida, el transporte, la electricidad… y también las imágenes. La combinación entre precariedad y represión —con un control estatal férreo sobre los medios de comunicación— paralizó casi por completo la producción cinematográfica. Como resultado, esa década quedó prácticamente sin registro audiovisual, es un vacío dentro de nuestra memoria colectiva. Ese silencio forzado, esa ausencia de imágenes, fue el impulso inicial que me llevó a hacer este filme.
Compré un archivo inédito filmado por el documentalista estadounidense Rick Ray durante su visita a Cuba, en plena década de los 90. Aquellas imágenes, grabadas en 16 mm, con una mirada ajena pero curiosamente empática, me impactaron profundamente. Reconocí en ellas no solo la crudeza del Periodo Especial, sino también una ternura que pocas veces logra capturar un turista, la mayoría de los cineastas extranjeros que van a Cuba no traspasan el umbral del exotismo o propaganda, pero Ray es una excepción.
Quise entonces revisar esa Cuba desde la perspectiva del cine. Para ello, invité a los escritores Enrique del Risco y Francisco García González a colaborar en la escritura de un guion que nos permitiera abordar el Periodo Especial desde una mirada íntima, capaz de resonar en quienes lo vivimos y, al mismo tiempo, acercar esa experiencia a quienes solo la conocen por referencias fragmentadas. Más adelante, el maestro Pavel Urkiza compuso y mezcló una banda sonora original, aportando una dimensión sensorial y emocional que eleva el documental a otro nivel.
Untitled, Cuba en el ojo de Rick Ray es un intento por dialogar con el material de Ray, intervenirlo, recontextualizarlo y convertirlo en un acto de resistencia contra el olvido.
- ¿Qué luz arroja este nuevo documental sobre aquella época de crisis?
No hay un cine cubano sobre el Periodo Especial. Creo que Untitled… es, desde su título, una provocación sin pretensiones, un paso, quizá el primero, para pensar y repensar seriamente lo que hemos vivido. Ofrece una mirada íntima de una nación colapsada por la escasez, pero sostenida por la resistencia cotidiana. Muestra cómo la vida continuaba en medio del hambre, los apagones y la represión. Lo que hace especial este documental, creo yo, es que no parte de una denuncia, al menos directa, no propone acabar con la dictadura, es decir, no vende humo mediático, es sencillamente una observación que captura el contraste entre la versión oficial y la vida de las personas.- ¿Qué aprendizaje dirías nos deja como exilio en tiempos en los que la isla continúa bajo la misma dictadura?
Untitled… nos recuerda que la historia no ha terminado. El documental nos enfrenta al ciclo repetitivo de una nación atrapada en un bucle, secuestrada por una familia mafiosa de apellido Castro. Para el exilio, este trabajo es también un espejo y un llamado: conservar la memoria, no ceder al olvido, y entender que nuestra voz desde fuera puede y debe ser puente para la verdad y la libertad. Es una forma de reafirmar que la diáspora no es ausencia, sino otra forma de presencia.
- ¿Cómo dirías que el documental dialoga con temas relevantes para otras nacionalidades que conviven en Miami?
Miami es una ciudad donde las heridas de muchos países se cruzan. La migración, la pérdida, la nostalgia y el hambre son experiencias comunes de la resistencia cultural. Lo cubano puede ser un punto de entrada para hablar de lo nicaragüense, lo venezolano, lo haitiano. Creo que Untitled… se convierte así en una obra que, aunque nace en Cuba, puede ser leída como una reflexión más amplia sobre el trauma migratorio y la manera en que las comunidades reconstruyen sus memorias desde el exilio.
- Una anécdota que te remonte a aquella época que retratas en el documental
Recuerdo que mi papá trabajaba en una granja estatal de ganado, y todos los fines de semana yo lo acompañaba. Me fascinaban las vacas, los caballos, el olor del campo al amanecer. Era un ritual: nos levantábamos temprano y, antes de llegar a la granja, desayunábamos en el merendero del Centro de Acopio de Caña de Capitán, un poblado cerca de Vertientes, en Camagüey. Siempre pedía lo mismo: pan con croquetas de pescado y un refresco. Era mi pequeño lujo de niño. Cada sábado, sin falta.
Pero un de un sábado para otro, sin previo aviso, todo cambió. Cuando llegamos, la pizarra que anunciaba el menú estaba completamente vacía. Solo nos ofrecieron pan viejo y duro con almíbar y agua con azúcar. Cuando me dieron aquello, mi padre me miró y me dijo: “aprieta y traga que el día es largo”. Sábados después, el merendero quedo abandonado y el hambre se convirtió en la nueva normalidad y a Castro le dio por llamar al hambre “Periodo Especial”.
Cuéntame un poco de ti – ¿Cuánto tiempo llevas en Miami? ¿Por qué te seduce el cine documental?
Vivo en Miami desde hace 10 años. Llegué de Cuba después de haber sido expulsado dos veces de la universidad, de sufrir actos de repudio, asaltos y golpizas. Sobreviví la persecución sistemática, por parte de la Seguridad del Estado, debido a los documentales que hacía.
Miami me recibió con sus propias contradicciones, pero también con la posibilidad de respirar y de comenzar a sanar. Traía conmigo una cámara, una mochila cargada de preguntas y el cuerpo marcado por el miedo. Pero la cámara no la usé en mucho tiempo, hice todo tipo de trabajos, desde la construcción hasta portero de una boda gay. Hasta que entré a la FIU a hacer un máster en Periodismo, luego hice otro en Estudios Hispánicos y ahora estoy terminado un doctorado en Estudios Hispánicos. La FIU me devolvió la vida, recobré la confianza en mí mismo, y he filmado unos 20 filmes de distintos metrajes y géneros, entre ellos, Veritas (2022), que lo estrené en PBS y ahora está en Apple TV y Amazon Prime.
Del cine documental me seduce su capacidad para capturar la fragilidad del instante, porque es, desde mi punto de vista muy personal, una forma de mirar el mundo sin maquillarlo, de capturar la incomodidad de la verdad. Me interesa su capacidad para desafiar lo establecido. Cuestionar los vacíos que deja la historia oficial me ha dado la oportunidad de reparar muchas historias personales.
- ¿En qué encuentras inspiración?
Me inspiran los silencios, las voces rotas, las pequeñas rebeldías cotidianas…
- ¿Ventajas y desventajas de hacer cine independiente en Miami
La libertad es lo único que realmente me importa. Todo lo demás —los recursos, la visibilidad, el respaldo— hay que construirlo solo, paso a paso. Yo no me puedo quejar: he vivido por encima de mis propios sueños.
Para confirmar asistencia a la proyección de Untitled, Cuba en el ojo de Rick Ray y obtener boletos gratuitos, visite miamifilmfestival.com/cuban-cinema-series.
