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DISTURBIOS

Crear el caos para desestabilizar gobierno de Trump, el objetivo de violentas revueltas

La ciudad de Los Ángeles fue la escogida para comenzar los disturbios, guiados por radicales y activistas pagados; y luego extenderlos por todo el país para crear una crisis

Por Leonardo Morales

Más llamados de "protestas" hubo antes del gran desfile militar en Washington en coincidencia con el cumpleaños del presidente Donald J. Trump. A la izquierda le molesta todo lo que Trump haga, sea bueno o no tan bueno. Lo único que les importa a los demócratas es impedir que el líder republicano haga su trabajo en la Casa Blanca.

El trasfondo político de los violentos disturbios callejeros (no protestas) que comenzaron en la ciudad de Los Ángeles, y que se extendieron a otras urbes gobernadas por la extrema izquierda, se conoce de antemano. Es el mismo guión de siempre: Manipular un tema sensible (en este caso las deportaciones) victimizarlo e impulsar el odio al gobierno y a los agentes del orden; sembrar y extender el caos con sobrada violencia y amplificarlo con los medios de prensa liberales. Así el gobierno se verá obligado a responder con fuerza y recursos; y luego... ,,y sin perder mucho tiempo, las acusaciones de abuso de poder y calificativos de “istración autoritaria” y su "incapacidad" para controlar la situación interna en el país.

Final del capítulo: la propuesta de un impeachment (destitución).

Tratan otra vez de crearle un expediente acusatorio al jefe de la Oficina Oval mediante una crisis nacional provocada.

Las violentas revueltas ocurren días después de que la Casa Blanca anunciara el histórico desfile en Washington el 14 de junio por el 250 aniversario del Ejército de EEUU, fecha que coincide con el 79 cumpleaños del mandatario estadounidense.

El contexto

También suceden luego de la exitosa e histórica gira de Trump por tres países del Medio Oriente, donde logró acuerdos comerciales y otros potenciales por valor total de más de 7 billones (trillions) de dólares en inversiones.

Se sumó un nuevo antecendente antes de las programadas revueltas del 14 de junio: los ataques de Isrsael a Irán padra proteger su supervivencia frente a las ansias de destrucción de Irán, que ya contaba con suficiente uranio altamente enriquecido para crear 9 bombas nucleares, de acuerdo con los servicios de inteligencia de Tel Aviv.

El comienzo de las llamadas “protestas” se realizó tras el anuncio en Londres de un acuerdo general entre EEUU y China, negociado por los secretarios estadounidenses del Tesoro y de Comercio, Scott Bessent y Howard Lutnick, respectivamente. Y sobre todo, cuando se encuentra en el Senado para su aprobación -ya con luz verde en la Cámara Baja- el megaproyecto económico del presidente Trump, que definirá gran parte de sus medidas y políticas durante su mandato.

Se desataron también en medio de las discrepancias y la ruptura de la amistad entre Trump y el gran multimillonario, Elon Musk, figura clave en su campaña electoral y luego como asesor especial al frente de la Oficina de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés)

Este es un nuevo capítulo del mismo libro de las élites de ultraizquierda y globalistas, agentes extranjeros, activistas radicales, medios de prensa acordonados con la ideología marxista y congresistas demócratas; el caldo de cultivo para desestabilizar el mandato del presidente Donald J Trump. Todo sincronizado para dar la imagen de caos y destrucción en el país.

Trump afirmó que Los Ángeles está siendo invadida por un "enemigo extranjero".

"Esta anarquía no seguirá. No permitiremos que una ciudad estadounidense sea invadida y conquistada por un enemigo extranjero", declaró el Comandante en Jefe a las tropas en la base militar de Fort Bragg, Carolina del Norte.

"Lo que presencian en California es un ataque a la paz, a la estabilidad, al orden público y a la soberanía nacional, perpetrado por alborotadores que portan banderas extranjeras con el objetivo de continuar una invasión en nuestro país", añadió el mandatario republicano.

El objetivo central también se conoce: No permitir que Trump gobierne y desviarlo hacia este tipo de situaciones y conflictos internos o externos como grandes cortinas de humo.

Los estadounidenses lo vivieron durante el primer período del líder republicano (2017- 2021) y ahora llega la segunda etapa. El punto distintivo esta vez es que los republicanos controlan ambas Cámaras del Congreso, un gabinete seleccionado con toda meticulosidad y preparado ya para este tipo de escenario y un Trump con una mayor experiencia política desde que llegó a la Casa Blanca por primera vez.

La istración Trump conocía perfectamente que las acciones hostiles y desestabilizadoras de la ultraizquierda (como patrón denominador) sucederían en cualquier momento. La pregunta era sólo cuándo ocurrirían.

El “peligro” Trump y antecedentes

La primera palanca activada para el freno fue el uso de unos 20 jueces federales -puestos casi todos por Bill Clinton, Barack Obama y Joe Biden (si supo realmente sobre eso), que intentan bloquear o retrasar el 90% de las órdenes ejecutivas del Presidente. Es decir, la misión de estos magistrados es no dejar que Trump gobierne o al menos que no pueda cumplir ni la mitad de su plataforma “America First”.

El peligro que ven los demócratas en el accionar de la Casa Blanca es que si Trump cumplimenta casi todas sus promesas de campaña, o al menos la mayoría, entierra aún más en el lodo al Partido Demócrata, ya de por sí sin liderazgo, credibilidad y hundido hasta el cuello, gracias al camino del radicalismo que escogieron sus dirigentes, desde la presidencia de Barack Obama.

Las violentas “protestas” no son ni remotamente el derecho legítimo, constitucional y respetable a disentir en una democracia, a defender derechos, aunque en este caso se trata de personas ilegales que intentan legalizarse. Los disturbios representan el ahogamiento y la desesperación de la izquierda radical para fomentar la ingobernabilidad de la istración Trump.

Detrás de todo se encuentran los agitadores profesionales, muchos pagados por rostros clandestinos que impulsan y abastacen a los ejecutores del desastre y la destrucción, los agentes internos y externos; los divulgadores y voceros y el poder oculto; esa mano oscura en las sombras que representa el llamado Estado Profundo, la élite que trabaja desde hace décadas para cambiar el rumbo conservador de Estados Unidos.

El Buró Federal de Investigaciones (FBI) arrestó en su casa a Alejandro Orellana, uno de los individuos que abastecía a los revoltosos en Los Ángeles con máscaras y escudos nuevos para protegerse de los disparos de gases lacrimógenos, lo que demuestra la organización de estos eventos de violencia.

LLama la atención de banderas extranjeras y con la hoz y el martillo como símbolo del comunismo. Entonces, ¿son las llamadas protestas por las políticas migratorias de Trump o contra el capitalismo occidental y lo que representa el conservadurismo?.

En la práctica, hay dos figuras escogidas para facilitar el caos: la iradora de Fidel Castro, la socialista alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, y el gobernador de ultraizquierda Gavin Newsom, el encargado de convertir a California en el estado fallido de la nación, después de ser el más próspero y hermoso por su entorno natural y desarrollo. El hombre además, que según rumores de pasillos, aspira a la candidatura demócrata por la presidencia en 2028.

Una foto de Castro abrazando a Bass y mirándola con visible simpatía, habla de la trayectoria de esta mujer.

Bass, días antes de estallar la violencia, acusó a la istración Trump de “sembrar el terror” y en tono desafiante escribió en X: “No toleraremos esto”.

Por su parte, Newsom avivó el fuego y expresó: “Las redadas de Trump están destrozando familias” y calificó las detenciones de inmigrantes ilegales de “caóticas, temerarias y crueles”.

Grupos progresistas denominaron las redadas como “operación paramilitar represiva y vil”. Un portavoz de la red nacional de Organización de Jornaleros se refirió a las detenciones como “secuestros del gobierno”.

Hasta ahora, ni una sola condena oficial ni extraoficial contra la extrema violencia en las calles ha sido emitida por ningún congresista demócrata, muy similar a los sucesos ocurridos en 2020 tras el caso George Floyd.

Misión: Sembrar el caos y el terror

En estos momentos, es muy probable que también busquen un pretexto similar para nuevos estallidos de violencia para echar más leña al fuego.

Los políticos y activistas azules olvidaron, menos la mayoría de los estadounidenses, que Barack Obama deportó más de 3 millones de personas y Joe Biden más de 4 millones (4,6) en su corta gestión, (tomando en cuenta el rechazo en la frontera bajo el título 42 impuesto durante la pandemia y extendido por Biden).

Mientras, en el Congreso en Washington, grupos de senadores y representantes fustigaban, en semanas atrás y casi a diario en conferencias de prensa, las deportaciones y redadas de ICE (Policía Federal del Servicio de Aduanas e Inmigración).

La prensa de izquierda y de ultraizquierda se encargaba de bombardear a la teleaudiencia con reportajes y críticas a la política del Presidente en el tema de inmigración, una de sus principales promesas de campaña y por lo que casi 80 millones de estadounidenses lo eligieron para la Casa Blanca.

El líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, llegó a amenazar en conferencia de prensa a los agentes de ICE de ser procesados judicialmente cuando el gobierno de Trump termine.

“Observamos sus acciones, tendrán que pagarlo con cárcel; cada uno de ustedes será perseguido y procesado”, manifestó.

Lo anterior fue el preámbulo de lo que comenzó en la ciudad californiana de Los Ángeles y ahora se ha extendido a Chicago, Nueva York, Atlanta, Seattle, Las Vegas, al estado de Texas y casi seguro siga hacia otras como parte del plan de desestabilización.

El gobernador republicano de Texas, Greg Abbott, informó el despliegue de la Guardia Nacional contra protestas anunciada en San Antonio.

Los organizadores amenazaron con manifestaciones para desviar la atención y ensombrecer el desfile militar en el centro de Washington el 14 de junio.

El secretario de Estado Marco Rubio hizo declaraciones puntuales sobre la extrema violencia en el país.

“Quienes queman la bandera de EEUU, destruyan la propiedad privada y realicen acciones de extrema violencia serán arrestados y procesados, y cuando cumplan su condena, serán deportados”.

El presidente Trump sugirió frente a miles de efectivos militares en la base Fort Bragg, que quienes quemen la bandera de EEUU “deberán cumplir un año de prisión”.

La fiscal federal de Massachusetts, Leah Foley, fue precisa: “Cuando alguien que está aquí ilegalmente decide cometer un delito… no es un inmigrante. Es un delincuente y será tratado como tal… Esta es la tierra de las oportunidades, no de los oportunistas.

Durante las violentas acciones callejeras, los responsables agitan banderas de México, con la hoz y el martillo (comunismo) y otras nacionalidades al tiempo que pisotean y prenden fuego a la de EEUU, el símbolo patrio del país donde pretenden vivir. Otros queman autos, vandalizan, roban en incendian propiedades privadas; destruyen y apedrean vehículos policiales y de agencias federales; o pintan letreros en las paredes: “Matar a los estadounidenses”.

La Casa Blanca informó el miércoles (11 de junio) que de 400 arrestos, más de 120 son delincuentes con un amplio récord criminal, lo que demuestra la naturaleza de los protagonistas, quienes son manipulados, dirigidos o incentivados para causar en imágenes que recorran el mundo el mayor daño posible y crisis.

Las acusaciones y el fiasco

El presidente Trump decidió enviar a Los Ángeles a más de 4.000 soldados de la Guardia Nacional junto a 700 del Cuerpo de Marines para patrullar las calles y los edificios gubernamentales.

Según el gobernador de California, Gavin Newsom, la situación estaba bajo control y “no hacía falta” el uso de la Guardia Nacional. Fustigó el actuar de Trump con vehemencia llamándole “dictador” y sus medidas dictatoriales, después de que el mandatario lo calificara de “gran incompetente”.

Newsom, como era de suponer, apeló a la Justicia para interponer una demanda contra el mandatario estadounidense por abuso de poder y el retiro inmediato del ejército.

Pero el gobernador se llevó un gran fiasco.

El juez federal Charles Breyer rechazó la solicitud de una orden para bloquear el despliegue de soldados de la Guardia Nacional y la Infantería de Marina de Estados Unidos en Los Ángeles.

Newsom y el fiscal general solicitaron un fallo urgente ante el Tribunal del Distrito Norte de California.

Y tras varios días de disturbios violentos y destrucción, a la alcaldesa de Los Ángeles no le quedó otra alternativa, bajo la presión de Trump y el Ejército, que ordenar un toque de queda en el centro de la ciudad.

"He declarado (el estado de) emergencia local y decretado un toque de queda en el centro de Los Ángeles para detener el vandalismo y parar los saqueos", dijo

"Las personas que causan los problemas son agitadores profesionales e insurrectos y deberían estar en la cárcel", declaró Trump a periodistas en la Casa Blanca.

"Los Ángeles es la prueba que necesitas de que la migración masiva deshace sociedades (...) Si no se soluciona el problema de la migración, no se podrá solucionar ni salvar nada más", escribió el domingo su asesor Stephen Miller en la red social X.

"Lo creas o no, California solía ser un paraíso" y "la migración masiva nos ha llevado a donde estamos ahora", añadió Miller.

“Las turbas”

Por otro lado, Trump anunció la posibilidad real de invocar la Ley de Insurrección en caso de que la situación escale y denunció que los manifestantes pagos por protestar y actuar con violencia contra las redadas y detenciones del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE).

La Ley de Insurrección establece el mecanismo a seguir para poder activar el uso de esta fuerza en momentos de violentos disturbios. Sin embargo, Trump recurrió a una normativa que le permite asumir las competencias estatales para convertirlas en federales y poder así desplegar estas tropas. Para ello, ha hecho uso del conocido Título 10, que establece el funcionamiento de las fuerzas estadounidenses.

Esto le permite ponerse por delante del gobernador californiano, si bien establece tres únicos escenarios para hacer federal el papel de la Guardia Nacional: ante una invasión o un peligro de invasión, ante una posible rebelión y ante la imposibilidad de hacer cumplir la legislación mediante el uso de las fuerzas de seguridad.

La Casa Blanca advirtió este miércoles que el presidente Donald Trump no permitirá que una "turba" gobierne Estados Unidos, después de que las protestas en Los Ángeles se extendieran a otras ciudades pese a la represión respaldada por el ejército.

"El presidente Trump nunca permitirá que el gobierno de la turba prevalezca en Estados Unidos", dijo la portavoz Karoline Leavitt. "El deber más básico del gobierno es preservar la ley y el orden, y esta istración abraza esa sagrada responsabilidad", añadió.

La fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi, advirtió que la istración Trump "no tiene miedo de ir más allá" para contener la extrema violencia que ha dejado heridos entre agentes federales y policías, perturbadores enfrentamientos con las fuerzas del orden y vandalismo y destrucción por cientos de millones de dólares hasta ahora.

"No tenemos miedo de ir más allá. No tenemos miedo de hacer algo diferente si es necesario", aseguró la fiscal general, cuando el presidente Trump está dispuesto, si es necesario, a invocar la Ley de Insurrección que permite desplegar un número mayor y por tiempo indefinido a los militares en las calles.

"Haremos todo lo que esté dentro de nuestra autoridad legal para proteger a nuestros agentes del orden y a la población de California", insistió Bondi, quien confía en que el reciente toque de queda decretado en el centro de Los Ángeles sirva para contener la situación.

"Como todo el mundo puede ver ahora, la migración descontrolada conduce al caos, la disfunción y el desorden", declaró por su parte el presidente Trump.

lmorales@diariolasamericdiariolasamericas.noticiasdetocantins.com

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FUENTE: Con información de AFP y otras fuentes.

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