miércoles 11  de  junio 2025
CUBA

Historia del béisbol en Cuba 3m3z1p

Una isla de 9 innings, 3 strikes y 4 bolas
Diario las Américas | LIETER LEDESMA
Por LIETER LEDESMA

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El origen preciso del béisbol es muy difícil de determinar, la mayoría de los expertos coinciden en que evolucionó desde una variedad de juegos muy similares. Existen evidencias de que se han practicado juegos con un palo y una bola desde el inicio de la civilización. Antiguas culturas, como las persa, egipcia y griega, practicaron estos juegos por pura diversión, aunque también como parte de algunas ceremonias religiosas.

Juegos de este estilo se extendieron durante la Edad Media por toda Europa y se popularizaron en varias formas. Fueron introducidos por europeos en sus colonias de América alrededor del siglo XVI. Según los historiadores del juego, el béisbol es una derivación del “Stool Ball” practicado en la Edad Media, y a su vez, el “Stool Ball” proviene de rituales lúdicos practicados en el mundo antiguo.

La primera referencia bibliográfica al término “Base ball” se da en 1744 en Inglaterra, publicada en un libro de pasatiempos infantiles, y aunque para nadie es un secreto que es en Estados Unidos donde el deporte echa raíces, se desarrolla y adquiere carta de identidad, curiosamente las primeras reglas del “Baseball”, o béisbol, se publicaron en 1796 nada más y nada menos que en Alemania, lo que deja claro que en ese país el juego se practicaba.

En el siglo XIX, algunas de las familias más pudientes de Cuba enviaban a sus hijos a estudiar a los Estados Unidos, pues la isla aún era colonia española y comenzaban a darse los primeros brotes de rebelión contra España en busca de independencia. Para evitar poner a sus hijos en riesgo los enviaban a estudiar a colegios norteamericanos. Es precisamente en su vecino del norte donde los jóvenes cubanos conocen y son iniciados en lo que hoy es su pasatiempo nacional. Con la llegada de la Guerra de Secesión que tuvo lugar entre 1861 y 1865, muchos de los isleños retornan a Cuba y es así que en la maleta de uno de ellos, Nemesio Guillo, que cursaba estudios en Spring Hill College en Mobile, Alabama, llega en 1864 a tierras cubanas el primer bate y la primera pelota de baseball.

El incipiente entretenimiento cala rápidamente y prende en el gusto popular. Se disemina por toda la isla e incluso empieza a competir en preferencia con otros pasatiempos de la época como la corrida de toros y la pelea de gallos.

Pocos saben que cuando el baseball llega a Cuba estaba en fase de modernización. Ya no se podía batear con cualquier cosa, como en los inicios de este deporte donde los bates no tenían medidas de largo ni de ancho. Tampoco para esa fecha había que darle con la pelota al corredor para decretarlo out. Lo que todavía existía era la presencia de cuatro jardineros patrullando los outfields.

En 1868 se funda el primer equipo en Cuba (el primero de América Latina) El Club Habana, que tenía como sede el terreno que hoy ocupa el hospital América Arias, más conocido entre los locales como Maternidad de Línea, en el Vedado capitalino. Ese mismo año, inicia la Guerra de los Diez Años y según recogen varios historiadores los mambises se llevaron el juego a la manigua como entretenimiento para sus tiempos de ocio. Fue tal la identificación de este deporte en los oriundos del archipiélago que las autoridades españolas llegaron incluso a prohibir su práctica, pues veían representados en el juego de la pelota la identidad de un país que acusaba salirse de sus manos.

No es hasta el 27 de diciembre de 1874 que se efectúa el primer juego oficial en la Cuba, en el mítico estadio Palmar de Junco en la provincia de Matanzas. El Club Habana se enfrentó a un equipo yumurino y le propinó una soberana paliza de 51 por 9. Según recogen las estadísticas en este encuentro participó como catcher del Habana, con tres jonrones a su haber, Esteban Bellán quién se convertiría en 1871 en el primer pelotero de origen latinoamericano en jugar en las Grandes Ligas de Estados Unidos.

En 1889, Wenceslao Gálvez escribió el primer libro sobre la "Historia del baseball en Cuba", que de hecho fue el primer texto documental sobre el béisbol que se haya escrito.

Para finales del siglo XIX, el equipo del Club Habana era el que más ganaba, por ende gozaba de mayor aceptación y contaba con la fanaticada más amplia, lugar que fue perdiendo con el paso del tiempo porque le salió un competidor en la capital que se convertiría en su acérrimo rival, El Club Almendares.

El primer terreno que sirvió de sede a Los Alacranes del Almendares estuvo ubicado en las inmediaciones de la Quinta de los Molinos, cerca de la Avenida de Ayestarán. En 1915 se construye un segundo Almendares Park donde hoy se encuentra la Terminal Nacional de Ómnibus Urbanos. Pero el paso por la isla del tristemente célebre ciclón del 26 devastó la instalación, borrándola incluso de la memoria popular.

Otro espacio de abolengo beisbolero es el estadio de la Tropical, sitio en el que a partir de 1930 pasa a jugarse la Liga profesional cubana, donde competían además del Habana y el Almendares, los equipos de Cienfuegos y Marianao. Pero sin dudas el máximo exponente y casa predilecta de este deporte en Cuba abre sus puertas en 1946, El Coloso del Cerro, hoy Estadio Latinoamericano. Construido entre los meses de mayo y octubre, con un costo de dos millones de pesos, (en la época equivalente al dólar). Para el día de su apertura contaba con 20.000 asientos de glorieta, 5376 asientos de preferencia, unos 3.200 asientos de sol, y una exclusiva zona con 1.512 localidades en palco. Allí el béisbol de la Isla vivió los tiempos dorados de la República y allí también quedaron sepultados sus sueños con el fin de la Liga Profesional cubana en 1961.

Con el cambio político y social de 1959, el béisbol, sumado a todo un país, vio cómo se podaban sus sueños y se lastraba su inmenso potencial. El éxodo de nacionales no escapó al deporte y los dueños de las principales franquicias también decidieron probar suerte en otras geografías. Se crearon nuevas ligas en nombre de un deporte no rentado que respondía a los intereses de los que con el paso de los años dilapidaron y saquearon una nación entera sumiéndola en la más profunda oscuridad y vergüenza. Atrás quedaron los récords, las primeras veces, los primeros lugares, incluso algunos historiadores coinciden en que Silvio García pudo ser el primer afrocubano y primer latino en las Grandes Ligas, pues habría recibido la oferta de Branch Rickey, dueño de los Brooklyn Dodgers, la que desechó cuando le hablaron de soportar seguras humillaciones. Recordemos que los honores recayeron en Jackie Robinson, en 1947.

Ya el país no sueña con estas historias. Ya la isla no es referente universal ni siquiera del deporte que la vio crecer y fundar. Solo honrosas individualidades, pequeños nombres de gigantes llevan en sus genes la estirpe de lo que un día fue y hacen vibrar desde los terrenos de béisbol a un pueblo diseminado que tiene en “la pelota” quizás el primer recuerdo de su infancia.

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